domingo, 4 de enero de 2009

El Grandonismo

De todo lo anterior se deduce de forma aplastante que los asturianos no debemos buscar la culpabilidad de la situación en que nos encontramos fuera de nuestras fronteras, sino dentro. Inexorablemente dentro.
En el leve análisis anterior dejé expresamente por revisar al conjunto de la población asturiana. Lo que a partir de ahora llamaré "pueblo astur" o me referiré únicamente como "el pueblo" a él. El pueblo astur está formado por la totalidad de las personas que habitan el territorio que conforma la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias. Asimismo, debe incluir a todos aquellos emigrados que, desde más lejos o más cerca de nuestra tierra, siguen sintiendo un gran apego a ella y manifiesten un gran interés por regresar o ayudar a su desarrollo económico, social y político. Yo mismo me encuentro encuadrado en esta segunda situación. Si bien es cierto que no podemos ayudar con nuestro voto a cambiar las cosas, creo que es imprescindible que se escuche nuestra voz y se nos de desde este punto de vista la misma importancia que a los que siguen censados en Asturies. Recordemos que la mayor parte de la emigración lo ha sido por motivos de necesidad, ya que nuestra propia tierra no nos podía ofrecer el futuro que esperábamos.
Como fuimos viendo en el desbroce hecho a las diferentes administraciones o instituciones en la entrada anterior, a medida que nos aproximábamos a nosotros mismos, pasábamos de lo grande del Mundo, a lo pequeño de Asturies, fuimos viendo que las cosas cada vez pintaban peor para nosotros. Lo global nos ofrecía oportunidades, nuestra pequeña visión las dilapidaba. Echemos una mirada al interior de los concejos. A nosotros mismos. Al Pueblo.
A mi entender, el mayor de los males que nos aqueja es la estrechez de miras. Estamos demasiado encerrados en nosotros mismos, consideramos que lo mejor que existe es nuestro pueblo (ya sea grande como Gijón u Oviedo, o pequeño como Illas o Blimea, o más pequeño aún). Y para demostrarlo, no hacemos más que compararnos con nuestro vecinos más próximos. Nos engarramos en discusiones ridículas y nos seguimos tirando los trastos a la cabeza como los mozos de antaño. Sólo queremos construir el edificio más alto, el palacio de congresos más grande o el centro comercial más lujoso que los de nuestro pueblo vecino. Somos localistas, pero no competimos con el resto del estado o del mundo, sino contra nosotros mismos.
Después, cuando asomamos la cabeza de vez en cuando y vemos las diferencias con otros lugares que han crecido y prosperado más que nosotros, que han entrado de lleno en la modernidad del siglo XXI, pensamos que Asturias sólo es nuestro pueblo de origen. Que hay que dejarlo para los mayores y los recuerdos de infancia. Que si queremos un futuro tenemos que irnos. Sino, nos quedamos en el pueblín y de vez en cuando vamos a visitar las urbes o escuchamos con la boca abierta a los que vienen de fuera, incluso los admiramos. No tenemos orgullo cuando nos comparamos con otros.
Esto nos conduce a llevar ese comportamiento tan típico nuestro que denominamos Grandonismo. Ese "pago yo, será por dinero", que no es más que un muro para ocultar nuestra vergüenza. Es lo único que sabemos hacer bien, pero muestra lo ridículos que podemos llegar a ser.
Sin embargo, el asturiano emigrante ha solido manifestar otro carácter. Emprendedor, audaz, manejador de la situación. ¿Porqué no podemos comportarnos igual en nuestra tierra? Como suele hacerse en las empresas cuando se quieren introducir innovaciones en el comportamiento del personal, es preciso llevar a cabo un Cambio Cultural.

sábado, 3 de enero de 2009

Ideas

Leo consternado en la edición digital de La Nueva España que con el nuevo sistema de financión autonómica que pretende poner en marcha el gobierno central en manos del PSOE, Asturia(e)s va a quedar relegada debido a la debilidad de su economía. Se trata de una muy mala noticia. Asturias dejará de percibir una fuerte suma de dinero en detrimento de otras comunidades autónomas que, sin duda, han hecho valer más su peso específico dentro del estado. Pero éste era un final fácilmente vaticinable. A medida que transcurrían las reuniones del presidente Zapatero con sus "homólogos" de las diferentes autonomías encuadradas en el régimen general, iba tomando cuerpo una visión muy clara. La mayor parte aducían argumentos válidos para incrementar la financión de sus respectivos territorios, como el aumento de la población o el crecimiento del PIB interno. Otros eran trasnochados, como el mayor gasto por tener un idioma cooficial con el castellano. Sin embargo, el presidente Areces sólo podía esgrimir el envejecimiento de la población asturiana como triste recurso para obtener dinero. ¿A quién pretendía engañar este inviduo? Los españoles no son tan tontos. Es más, después del discurso de nuestro presidente supongo que pensarán que los tontos somos nosotros.
Bien, el hecho palpable es que mientras el conjunto del estado ha progresado de manera notable durante los últios 20 años, Asturies ha ido en continúo deterioro. Este fracaso de nuestra sociedad no puede ser achacado únicamente a factores externos, básicamente la intervención del gobierno central en el desarrollo de infraestructuras. Si bien es cierto que nuestra comunidad ha sido de las últimas en recibirlas, no es menos cierto que partíamos de una situación de cierto privilegio. Asturias era una de las, en aquel entonces, regiones más desarrolladas del estado. Fuimos golpeados seriamente por la reconversión industrial, pero no supimos sacar provecho ni de nuestra posición, ni de las ayudas que recibimos para sortearla.
¿Debemos sacar nuestro dedo acusador para señalar al o los responsables? Sin duda, pero debemos en primer lugar averiguar quién o quiénes son los mismos. Analizaré de forma somera a los sospechosos.
- La Coyuntura Internacional. Esta ha sido propicia en líneas generales durante los últimos 20 años. De acuerdo, con alguna ligera crisis (salvando por supuesto la presente, a la que tendré tiempo de referirme) durante los primeros años 90, pero ha seguido una tendencia básicamente alcista.
- La Entrada y el Afianzamiento dentro de la Unión Europea. No parece probable, ya que, aún habiendo tenido que prácticamente desmantelar el sector lechero, Asturies ha sido una región europea claramente beneficiada por los fondos de cohesión al haber sido declarada región objetivo 1 durante varios años.
- El Gobierno Central. Uno de nuestros demonios. Siempre lo hemos considerado como papá-estado, que nos iba a ayudar cuando lo necesitásemos. Ahora somo 17 hermanos, y todos merecen su atención. Hay que achacarle algunos desplantes, pero todos somos mayores de edad, y debemos saber como conseguir nuestros propósitos. Si no se puede alcanzar objetivos por el reducido número de votos del que disponemos, hay que buscar otras alternativas.
- El Gobierno Autonómico. Aquí empiezo a vislumbrar algo. Desidia. Incapacidad para gestionar los recursos que se nos asignaron. Sucursalismo ante el gobierno central. Falta de miras. Cobardía. Victimismo. Complejo de inferioridad. Nuestros distintos gobiernos autonómicos nunca han sabido adaptarse a los tiempos. No han introducido a Asturias en la modernidad. Siempre se dejaron llevar por la corriente sin tomar las riendas. No definieron en su momento un sentido diferenciador de Asturies y ahora lo estamos pagando fuertemente. Nos han convertido en un simple comodín.
- Las Corporaciones Locales. Aquí me tengo que referir a los 6 ó 7 concejos que agrupan a más del 70% de la población asturiana, y que son por lo tanto los vertebradores de nuestra comunidad. Los ejes motores de su dinamismo y prosperidad. Sólo tengo una palabra para describirlos: "paletos". Por cortesía, en el futuro la evitaré y los definiré únicamente como "excesivamente localistas".